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A un mes del cese el fuego, mujeres gazatíes enfrentan la devastación y el alto costo de sobrevivir

Gaza., Ha pasado un mes desde que Israel y Hamás acordaron un cese el fuego en Gaza, y aunque el sonido de las explosiones se ha detenido, la vida sigue marcada por la pérdida y la precariedad. Para Mona al-Harazeen, el fin de los combates significó la oportunidad de regresar al norte de la Franja, pero también el dolor de reencontrarse con la destrucción y con los recuerdos de su hijo Yazan, quien murió a los 17 años durante los primeros ataques aéreos.

Mona relata que el viaje de retorno a su ciudad natal fue largo y doloroso. Lo que antes era un trayecto de media hora, se convirtió en una travesía de tres horas por caminos dañados y abarrotados de familias que, como ella, intentaban volver a lo que quedó de su hogar. Al llegar, el panorama fue desolador. Los edificios habían desaparecido y la ciudad parecía un campo de ruinas. “Hasta donde podía ver, no había nada sino espacios vacíos. Era como si el suelo se hubiera tragado los edificios”, contó entre lágrimas.

La destrucción no es lo único que afecta a quienes intentan reconstruir sus vidas. Los precios de los pocos inmuebles disponibles se han disparado, dejando a las familias sin muchas opciones. Mona logró rentar un pequeño departamento de tres habitaciones, que comparte con su madre, sus hermanas y sus familias. A pesar de lo elevado del costo, decidió quedarse porque, dice, Gaza sigue siendo su hogar.

El retorno a la normalidad parece lejano. A la pérdida de viviendas se suma la falta de servicios básicos y el alto costo de los alimentos. Para muchas familias gazatíes, la esperanza se mantiene únicamente en el deseo de reconstruir lo poco que queda y mantener viva la memoria de quienes perdieron durante los meses de conflicto.