Sheinbaum revive masacres del sexenio de Zedillo, aquí un resumen del polémico altercado
Ciudad de México.. El choque público entre Claudia Sheinbaum y Ernesto Zedillo estalló a finales de abril, cuando Zedillo publicó en la revista Letras Libres un artículo en el que acusó a la Cuarta Transformación de “sustituir la democracia por una tiranía” y advirtió que la reforma judicial amenaza el Estado de derecho . En respuesta, Sheinbaum aprovechó su conferencia matutina del 28 de abril para cuestionar la autoridad moral de Zedillo, recordando las masacres de Aguas Blancas (1995) y Acteal (1997) ocurridas durante su sexenio, tildándolo de “vocero de la oposición” carente de legitimidad.
El pleito tiene sus raíces en la voluntad de Sheinbaum por impulsar la primera elección popular de jueces y magistrados, propuesta estrella de la 4T que Zedillo califica de “puerta al autoritarismo”. Para descartar esa acusación, la presidenta exhibió documentos y fotografías oficiales de las matanzas de comunidades indígenas en Guerrero como prueba del “verdadero autoritarismo” de aquel sexenio . Además, cuestionó el manejo del Fobaproa y las pensiones vitalicias que Zedillo aprobó en su mandato, señalando un “uso discrecional de recursos públicos” que, a su juicio, convirtió al país en un modelo de impunidad económica .
Por su parte, Zedillo redobló sus críticas el 1 de mayo al acusar a Sheinbaum de “muerte de la democracia” y exigir evaluaciones imparciales de grandes obras públicas, como el aeropuerto de Texcoco y el Tren Maya, que considera poco transparentes . En un mensaje difundido el 2 de mayo, el expresidente reclamó la militarización de la seguridad y la eliminación de órganos autónomos, advirtiendo que sin contrapesos la reforma judicial podría ser un “golpe” al equilibrio de poderes . Asimismo, pidió auditar internacionalmente proyectos de infraestructura y pensiones, sugiriendo falta de claridad en el manejo presupuestal de la actual administración.
Este intercambio encarna la tensión entre dos visiones de México: una, la de Zedillo, que defiende un sistema de contrapesos diseñados tras la transición democrática de los años noventa; y otra, la de Sheinbaum, que apuesta por una participación ciudadana directa para “democratizar” el poder judicial y corregir lo que considera excesos de represión del pasado. Más allá de la retórica, el debate reaviva viejas heridas históricas y marca la agenda política, pues ambos bandos buscan consolidar su versión de la democracia mexicana de cara a los próximos procesos electorales.