Omar Yaghi, el refugiado palestino que transformó la química y ganó el Nobel: “La ciencia es la mayor fuerza igualadora del mundo”
La historia de Omar Yaghi, reciente ganador del Premio Nobel de Química, es una de las más inspiradoras del ámbito científico. Nacido en 1965 en Jordania, en el seno de una familia palestina refugiada, Yaghi creció en condiciones de extrema pobreza. Compartía una habitación con su numerosa familia y algunas vacas, y una de sus tareas de infancia era recolectar agua cuando el suministro llegaba cada dos semanas. Ese entorno precario no impidió que su curiosidad lo llevara, años después, a revolucionar la química moderna.
El ahora profesor de la Universidad de California en Berkeley compartió el Nobel con Susumu Kitagawa y Richard Robson, gracias al desarrollo de una nueva arquitectura molecular conocida como estructuras metalorgánicas (MOF, por sus siglas en inglés). Estas estructuras han abierto posibilidades en áreas como la captura de carbono, el almacenamiento de hidrógeno y la recolección de agua del aire, lo que podría cambiar el rumbo de la ciencia ambiental.
Su fascinación por la química comenzó a los diez años, cuando entró a una biblioteca por primera vez y quedó maravillado con los dibujos de moléculas que encontró en un libro. Desde entonces, su vida tomó el rumbo del conocimiento. A los 15 años, y con el impulso de su padre, emigró a Estados Unidos, donde estudió y trabajó para sostenerse mientras destacaba académicamente. Años después, se graduó con honores y comenzó una carrera científica marcada por la innovación y la humildad.
Yaghi ha dicho que la educación pública estadounidense fue clave en su desarrollo, y que la ciencia fue su herramienta para superar las barreras sociales. “La ciencia es la mayor fuerza igualadora del mundo”, afirmó al recibir el Nobel. También recordó el sacrificio de sus padres, quienes, sin estudios formales, lo impulsaron a buscar un futuro mejor. “Mis padres refugiados dedicaron cada minuto a su familia y a la educación de sus hijos. Eso requiere un compromiso increíble”, expresó emocionado.
Además de su legado científico, Yaghi es reconocido por su cercanía con los estudiantes y su visión colaborativa del aprendizaje. Sus colegas lo describen como un mentor generoso y reflexivo, que trata a sus alumnos como iguales dentro del laboratorio. “Cuando el estudiante y el profesor se cuestionan mutuamente, surge la magia del descubrimiento”, asegura. Hoy, su vida es un testimonio de cómo la perseverancia y la pasión por la ciencia pueden cambiar el destino de una persona y, con ello, el del mundo.