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Internacional

China acelera su revolución verde con superlíneas eléctricas que alimentan trenes y coches del futuro

En el corazón de la transformación energética de China se encuentra una red de líneas eléctricas de ultra alto voltaje que atraviesa el país como arterias invisibles, llevando energía limpia desde desiertos remotos hasta las megaciudades industriales del este. La más larga de estas líneas recorre más de 2.000 millas, conectando regiones escasamente pobladas del noroeste con centros urbanos densamente habitados como Shanghái y su provincia vecina, Anhui.

Estas líneas, 42 en total, forman parte de una ambiciosa estrategia nacional para descarbonizar el transporte y fortalecer la autosuficiencia energética. Desde los parques eólicos y solares instalados en zonas áridas como Xinjiang y Qinghai, la electricidad se transmite con eficiencia sin precedentes gracias a tecnología que supera con creces los estándares actuales en países como Estados Unidos. China ha logrado reducir significativamente la pérdida de energía en largas distancias, lo que permite alimentar tanto ciudades como trenes de alta velocidad y fábricas de coches eléctricos.

Este desarrollo no solo responde a un interés ambiental, sino a una apuesta estratégica por liderar la industria global del transporte eléctrico. Empresas chinas como BYD, NIO y XPeng, con sede en la región oriental, se benefician directamente de este suministro constante de energía limpia. Lo mismo ocurre con la extensa red de trenes bala, que ya es la más grande del mundo y sigue creciendo con el respaldo de esta infraestructura eléctrica robusta.

El éxito de estas líneas también se debe a la capacidad del gobierno chino para ejecutar grandes proyectos con mínima oposición local. Aunque algunos residentes que viven cerca de las torres eléctricas aseguran sentir electricidad estática, incluso al pescar con cañas metálicas, las quejas rara vez prosperan. En una nación donde el interés colectivo se impone al individual, las objeciones locales se subordinan al objetivo nacional de modernización tecnológica y energética.

China no solo está electrificando su movilidad, sino redibujando el mapa energético del mundo. Mientras otras naciones aún debaten sobre cómo adaptar su infraestructura a la energía renovable, Pekín avanza con decisión. Con estas líneas de ultra alto voltaje como columna vertebral, el país impulsa sus industrias clave, reduce su dependencia de los combustibles fósiles y afianza su posición como líder en tecnologías limpias.