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Ángeles de consuelo: la ternura en los panteones de Chihuahua

Cada 1 de noviembre, los cementerios de la ciudad se llenan de colores, aromas y recuerdos, con flores, dulces y juguetes para honrar a los difuntos. Sin embargo, hay un espacio que conmueve particularmente a quienes lo visitan: el área donde descansan los niños. Allí, pequeñas esculturas de ángeles blancos custodian las lápidas de los más pequeños, evocando pureza y esperanza.

En la tradición mexicana, se cree que los niños que fallecen llegan directamente al cielo, al no haber cometido pecado alguno. Por ello, los familiares colocan figuras angelicales sobre sus tumbas, representando la inocencia de sus almas y la certeza de su encuentro con Dios. Estas figuras no sólo cumplen una función decorativa, sino que también ofrecen consuelo espiritual a quienes acuden a recordar y honrar a sus seres queridos.

“El ángel es un guardián, una señal de que el niño está acompañado, cuidado, y de que su espíritu no está solo”, explica la Asociación Funerarte, especializada en el estudio del arte funerario. Para esta institución, los ángeles en los panteones funcionan como mensajeros y lazos entre el mundo físico y el espiritual.

Familiares de los pequeños difuntos coinciden en que estas esculturas brindan tranquilidad durante la visita, ofreciendo un espacio de reflexión y esperanza. Los angelitos, según ellos, representan no sólo la pérdida, sino también la continuidad de la vida en un plano superior.

La presencia de estos símbolos también refleja una tradición cultural que busca enfrentar la muerte con ternura y significado. Cada flor, juguete o dulce colocado junto a las figuras es un recordatorio del amor y cuidado que permanece, incluso después del fallecimiento.