Señalan reclutamiento engañoso de mujeres africanas para trabajar en fábricas de drones en Tartaristán
África., Más de mil mujeres jóvenes, en su mayoría provenientes de distintos países de África, fueron reclutadas bajo la promesa de empleo y capacitación profesional en la Zona Económica Especial de Yelábuga, en la República de Tartaristán, Rusia. El programa conocido como Yelábuga Start ofrecía oportunidades en áreas como logística, hotelería y operación técnica. Sin embargo, testimonios apuntan a que muchas de ellas fueron destinadas a labores relacionadas con la fabricación de drones utilizados por Rusia en el conflicto con Ucrania.
Una de las jóvenes, identificada como Adau y originaria de Sudán del Sur, relató que inició el trámite para integrarse al programa después de ver un anuncio compartido por el Ministerio de Educación Superior de su país. Tras meses de espera y una vez llegada a Rusia, recibió clases de idioma y posteriormente fue enviada a trabajar a una fábrica donde participó en procesos vinculados a la producción de drones, algo que asegura nunca se le mencionó durante el reclutamiento.
De acuerdo con su testimonio, las condiciones laborales incluían tareas con sustancias que causaban quemaduras en la piel, además de restricciones para hablar sobre su trabajo. También afirmó que el salario recibido fue mucho menor al prometido debido a diversos descuentos aplicados por vivienda, transporte y otros servicios. El programa ha negado las acusaciones de engaño y sostiene que las áreas laborales están descritas en su información pública. No obstante, organizaciones y especialistas señalan que la Zona Económica Especial de Yelábuga ha sido reconocida por desempeñar un papel en la producción de drones Shahed 136.
La situación adquirió mayor relevancia después de un ataque con drones ucranianos registrado en abril de 2024, que impactó los alojamientos donde residían trabajadoras extranjeras. Algunas mujeres abandonaron el programa después del incidente, enfrentando dificultades para costear su regreso a casa. Aunque existen testimonios de mujeres que aseguran haber tenido experiencias más positivas, el caso continúa generando preocupación y advertencias en países africanos, como Sudáfrica, donde se han emitido recomendaciones para evitar enrolarse en este proyecto.
El relato de Adau evidencia el impacto emocional y moral que vivió al comprender el destino real de su labor. Señala que nunca imaginó participar en la fabricación de armamento y que decidió abandonar el programa al considerar que sus expectativas y objetivos personales habían sido traicionadas. Su historia se suma a otras voces que cuestionan el verdadero propósito del programa y las condiciones bajo las cuales fueron trasladadas y empleadas estas jóvenes en territorio ruso.









