EL ANALÍTICO: En la política, como en la vida, tener criterio propio no solo es una virtud, es una necesidad. Sobre todo cuando se ocupa un cargo de alta responsabilidad como lo es la presidencia del Congreso del Estado. Lamentablemente, en el caso del diputado Guillermo Ramírez, cada vez es más evidente que ese criterio brilla por su ausencia… o al menos, nunca aparece en público.
Ayer fue un día más de declaraciones diluidas, de respuestas vacías y de evasivas disfrazadas de diplomacia. Se le preguntó sobre temas de fondo; el distanciamiento con el PAN rumbo al 2027, la posible reestructura del PRI (su partido), e incluso una opinión tan básica como si el partido PRI debería cambiar su estructura . ¿Su respuesta? Que “se tiene que analizar”.
Y no es la primera vez. El diputado ha convertido la palabra “analizar” en un escudo. La usa como comodín, como quien no quiere tomar postura para no incomodar a nadie. Pero en política, no incomodar también es tomar partido, el de la tibieza.
Llama la atención que Ramírez, siendo un legislador con trayectoria, no asuma una postura propia ni siquiera como militante del PRI. Al ser cuestionado sobre temas de reestructura interna del partido, se limita a decir que “eso le toca a los dirigentes estatales y nacionales”. ¿Y él qué es entonces? ¿Un espectador? ¿Un actor secundario dentro del partido que ayudó a llevar al poder? O peor ¿alguien que prefiere mantenerse cómodo, sin comprometerse, para no meterse en problemas?
Esta falta de definición también se trasladó al tema de la revalidación vehicular, en donde pese al aumento escandaloso del casi 140% en un cobro disfrazado de “accesorios” el diputado simplemente señaló que “no está de acuerdo con que se aumenten los impuestos” pero, otra vez, que “el tema debe ser analizado”. Una declaración de cajón, sin fuerza, sin contenido, sin el peso que se esperaría de quien preside el Congreso local.
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EL ABUSO DEL ZOOM: Cuauhtémoc Estrada fue claro al condenar el uso excesivo y francamente abusivo del sistema de Zoom durante las sesiones legislativas.
Y es que no es un secreto los diputados han hecho del Zoom una excusa perfecta para no estar presentes en el pleno. Algunos se conectan desde sus oficinas, otros desde sus casas o municipios, y otros a nivel nacional, como el morenista Cuauhtémoc Blanco, hasta desde una cancha de pádel en plena sesión. Una burla, sí, pero también una muestra de lo que ocurre cuando se les da libertad sin supervisión, abusan.
Estrada, señaló el problema y planteó la necesidad de regular o incluso eliminar el uso del Zoom como vía para participar en las sesiones. Tiene razón. Los diputados saben perfectamente que las sesiones son martes y jueves a las 11 de la mañana. No hay sorpresas. Lo que hay es falta de compromiso.
Porque lo que está en juego no es solo el respeto al reglamento interno, sino a la ciudadanía. ¿Cómo se puede exigir respeto por la institución cuando sus propios integrantes no se toman en serio ni el calendario legislativo? ¿Cómo quieren que la gente les tenga confianza si no pueden ni presentarse físicamente al lugar donde se toman las decisiones del estado?
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LA DENUNCIA DE MARU A LUISA: La gobernadora de Chihuahua, Maru Campos Galván, anunció que demandará por daño moral a la presidenta nacional de Morena, Luisa María Alcalde Luján, luego de que la morenista publicara una lista de gobernadores panistas con presuntos antecedentes de corrupción. La reacción de la mandataria estatal fue inmediata y mediática,“Ya estuvo bueno de esas tonterías”, dijo, visiblemente molesta, en una de las pocas banqueteras donde realmente decidió hablar más de dos minutos.
Y claro, la jugada no es menor. Con esta denuncia, Maru Campos intenta frenar la narrativa que Morena empuja desde hace meses, la de un PAN corrupto y agotado. Sin embargo, detrás del discurso de “defensa del honor”, hay un evidente movimiento político. Campos no está solo cuidando su imagen, está marcando territorio frente al gobierno federal y la dirigencia morenista, enviando un mensaje: “Aquí no se toca al panismo sin consecuencias”.
Pero la realidad es que la demanda por daño moral tiene más de golpe mediático que de acción judicial. Hasta el momento, no hay detalles claros sobre dónde se presentará, qué argumentos legales se usarán o qué reparación se buscará. Suena más a advertencia que a litigio. En la práctica, estas denuncias rara vez prosperan, porque chocan con un derecho que pesa más en una democracia; la libertad de expresión y la crítica política.
La gobernadora puede tener derecho a sentirse ofendida, pero la ciudadanía tiene más derecho a saber la verdad sobre la gestión de su estado. Si Morena exagera, que se demuestre; si Maru Campos actúa con transparencia, que lo pruebe.