Chihuahua. — El aspirante a ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arístides Rodrigo Guerrero García, volvió a captar la atención mediática tras su visita a esta capital, donde presentó su propuesta de llevar las sesiones de la Corte a plazas públicas. Aunque se ha hecho viral por su frase «más preparado que un chicharrón», su estilo desenfadado y poco convencional ha generado tanto simpatías como escepticismo.
Guerrero, quien ha optado por una estrategia de comunicación directa y popular en redes sociales, defendió su iniciativa como una forma de acercar el Poder Judicial a la ciudadanía. “La gente tiene derecho a ver cómo se toman las decisiones que afectan su vida. ¿Por qué no sesionar en una plaza pública de Chihuahua, o en una universidad?”, planteó.
Sin embargo, esta propuesta ha levantado cuestionamientos sobre el riesgo de trivializar un poder del Estado que, por su naturaleza, requiere sobriedad, independencia y discreción. Algunos juristas consultados advierten que el espectáculo público puede comprometer la imparcialidad o abrir espacio a presiones sociales más que jurídicas.
Durante su visita, Guerrero también habló sobre el Instituto Nacional Electoral (INE), al que apoyó de manera general, aunque criticó su rigidez. “Me pidieron la factura del chicharrón del primer video de TikTok. Eso es exceso. El INE necesita flexibilizarse”, comentó. La declaración fue recibida con cierta ironía por analistas políticos, quienes ven en ella una contradicción entre la búsqueda de transparencia y el uso deliberado de elementos populistas.
En sus recorridos por el país, el candidato ha compartido testimonios de personas que enfrentan barreras legales por falta de información o recursos. Uno de los relatos que más repite es el de una madre soltera que no sabe cómo presentar una demanda. Guerrero insiste en que muchos de los problemas sociales en México podrían resolverse con mayor educación jurídica.
Aunque sus intenciones pueden ser bien recibidas por una parte de la población, los sectores más conservadores del ámbito jurídico se preguntan si es esta la figura idónea para integrar la Suprema Corte, o si se está abriendo una nueva era en la que la imagen y el carisma pesan más que la discreción y la técnica.